Tan lejos, tan cerca
Los primeros turistas que llegaron a oleadas a Mallorca en la década de los 60 dejaron tras de sí una huella exploradora y algo inocente, distinguida y respetuosa con la que empezaba a ser ya la isla de moda en el Mediterráneo.
fotografía Biblioteca de la Universidad de Zaragoza
La década de 1960 en Mallorca será siempre recordada por la aparición de las primeras melenas hippies, las minifaldas, el Seat 600, la locura por los Beatles y el baile del twist en los guateques. Pero sobre todo por la llegada de miles de turistas nacionales y extranjeros cuando viajar dejó de ser un privilegio solo para ricos, y los nuevos fenómenos sociales abrieron el apetito de las masas por descubrir el mundo y cumplir el sueño de pasar unas vacaciones junto al mar.
La isla que había sido descubierta tiempo atrás por aristócratas, artistas y magnates en petit comité pasó a convertirse, de la noche a la mañana, en el destino vacacional de moda en Europa y en el mundo, compitiendo cara a cara con la Costa Azul francesa y la Riviera italiana.
Unos años antes la campaña publicitaria Luna de Miel en Mallorca, de 1946, había atraído con gran éxito a cientos de parejas españolas recién casadas, alojadas en aquellos primeros hoteles donde todo el personal, desde el director al botones, los hicieron sentir parte de la familia y con quienes siguieron manteniendo, en muchos casos, correspondencia postal por los siglos de los siglos.
La Ley del Suelo de 1956 dio inicio en España y en las Islas Baleares a una frenética actividad urbanizadora y de construcción turística (la Playa de Palma es hoy el más claro ejemplo de ello). Así, en 1960 Menorca recibiría a sus primeros 8.000 turistas, Ibiza a 31.000 y Mallorca a 361.000, de los que 313.000 eran ya extranjeros y solo 87.000 nacionales.
Las posteriores primeras crisis turísticas en las islas (originadas entre 1974 y 1977 por la “crisis del petróleo”, y en 1980 por la quiebra de varios turoperadores británicos), no pusieron realmente en riesgo a la gallina de los huevos de oro, el gran negocio del turismo en Mallorca que el pasado año atrajo a casi 12 millones de visitantes.