Yannick Vu

“Una obra de arte es un desafío a la muerte”

Ya de niña Yannick Vu (Montfort-l’Amaury, Francia, 1942) sabía que iba a ser artista. De padre pintor y madre pianista, creció rodeada de arte y cultura por todas partes. Más tarde la vida la hirió con dos zarpazos que le llevó tiempo cicatrizar: primero la muerte de su marido, el pintor Domenico Gnoli, y más tarde la de su hija Maima. En la actualidad vive seis meses al año en Marruecos y seis en Sa Bassa Blanca, al norte de Mallorca, donde disfruta del arte junto a su segundo marido, Ben Jakober.

Yannick Vu y Ben Jakober, Mortitx 1971.
Autoportrait nº3, 1986.
Fotografía: Íñigo Vega
Domenico Gnoli y Yannick Vu, Formentor 1965.

Haber nacido en los alrededores de París en plena II Guerra Mundial ha de marcar la vida a la fuerza. “Sí, los inicios fueron complicados”, reconoce Yannick Vu, quien recuerda como entonces su padre, el pintor vietnamita Vu Cao Dam, regresaba cada noche en bicicleta y entraba en la casa a oscuras para que los nazis no lo descubrieran.

Unos años más tarde, la familia se mudó a Vence, cerca de Niza, el lugar donde Yannick se enamoró de la capilla Matisse, nombre que recibe en honor a su creador, el pintor Henri Matisse, uno de los colosos artísticos del siglo XX.


Cuando era niña, cada vez que su padre recibía invitados en casa ella creaba su propia exposición, con dibujos que distribuía por el suelo a un precio de cinco céntimos cada uno. Con el dinero que ganaba se compraba helados de pistacho.

A pesar de que en Vence creciera rodeada de artistas y directores de cine como François Truffaut, precursor de la Nouvelle Vague, cuando cumplió 20 años Yannick sintió la necesidad de regresar a París para encontrar su identidad.

Ya en la capital, una madrugada recibió la llamada de su amiga Sophie Bollack: “¡Yannick, acabo de encontrar al hombre de tu vida!”, le dijo excitada. A lo que Yannick le contestó que, si de verdad era el hombre de su vida, podía esperar hasta el día siguiente.

Así fue como aquella mañana conoció a Domenico Gnoli, “el hombre de mi vida”, como le había augurado su amiga. Poco después, tras una invitación del pintor psicodélico Mati Klarwein, ambos tomaron la decisión que cambiaría sus vidas: el 2 de abril de 1963 vinieron a vivir a Mallorca.


En la isla se instalaron en Deià, “un lugar muy bello, con una luz extraordinaria en verano y algo deprimente en invierno”, dice Yannick. En Deià, Domenico Gnoli pudo realizarse por completo, unos años antes de morir, en s’Estaca, la casa que en la actualidad es propiedad del actor Michael Douglas, y que en su día mandó construir el Archiduque Luis Salvador de Austria frente al mar.

“A los 27 años quedé viuda, sentí que me habían quitado mi identidad y tuve que empezar a reconstruirme. Para ello tenía que hacerlo con alguien que entendiese la experiencia humana que había vivido. Y esa persona fue Ben Jakober, amigo de Domenico y mío”, cuenta.

A finales de los 70 Yannick Vu expone en París una serie de cuadros, primeros planos donde se interroga acerca de la identidad, una nueva figuración inspirada en la cultura clásica. Más tarde vinieron las exposiciones en Nueva York, Bruselas y otros países.


En la década de los 80 decidió, junto a su marido Ben, vender su finca en Mortitx y comprar un terreno en Alcanada, una finca llamada Sa Bassa Blanca, donde años más tarde crearon un museo con piezas de artistas como Francis Bacon, Miquel Barceló o el propio Domenico Gnoli, entre otros.

Todo iba bien hasta que en 1992 la tragedia volvió a su vida. Su hija Maima murió de un accidente de moto en Tahití, “una muerte antinatural que, en lugar de distanciarnos, nos unió más a Ben y a mí en el sentido personal y artístico, nos dio un lenguaje común y ayudó a seguir avanzando hasta hoy”.


Yannick Vu reconoce que trabaja a rachas, “hay momentos que creo muchísimas obras y hay etapas en las que me paro de repente, como todos los artistas necesito encontrarme a mí misma, es una búsqueda constante”.

Dice que con el paso de los años ha aprendido a [...]


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Yannick Vu y Ben Jakober, Mortitx 1971.
Autoportrait nº3, 1986.
Fotografía: Íñigo Vega
Domenico Gnoli y Yannick Vu, Formentor 1965.
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