Marta Armengol
Decisiones vitales
La trayectoria de Marta Armengol (San Cugat, 1988) está ligada por puntos de inflexión, saltos de nivel, el descubrimiento de nuevos mundos y la búsqueda constante de conceptos y materiales desconocidos.
texto César Mateu Moyà
A pesar de que nació en San Cugat, en la provincia de Barcelona, la familia de Marta se trasladó a Mallorca cuando era niña, así que pudo disfrutar de una infancia rodeada de naturaleza en Esporles. Hasta que, en plena adolescencia, comenzó a sentir cierta opresión por vivir en una isla, “tenía necesidad de irme, la sensación física de estar limitada por un perímetro”, afirma. Esa fue una de las dos razones por las que cruzó el mar para ir a estudiar Arquitectura a Barcelona.
La segunda razón fue el visionado de un documental que mostraba la fábrica de Johnson&Johnson, en Nueva Jersey, diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright. “Aquel día supe que quería hacer lo mismo que él, aquellas columnas con forma de seta, la entrada de luz en la parte superior... todo en aquella obra me resultaba espectacular”, comenta.
A pesar de que con la arquitectura Marta encontró su camino, “si hoy pudiera hablarle a aquella niña de 18 años que un día fui, le diría que se parara y reflexionara un poco. Tenemos mucha presión social, no tiene sentido obligar a un adolescente, a una persona que todavía está madurando, a tomar una decisión tan rápida sobre lo que quiere ser en el futuro”.
La llegada a Barcelona supuso un cambio brusco para ella, “al principio choca, pero me acostumbré rápido y encontré mundos que a nivel creativo, musical, en el panorama de la cultura en Mallorca no existían”. Fue en París, durante su beca Erasmus, donde floreció su faceta más artística, “la parte técnica de la arquitectura es muy densa, en Francia pude aprender la parte más creativa: escultura, grabado, diseño de mobiliario”, recuerda.
Marta nunca ha dejado de trabajar. “Acabé el proyecto final de carrera el 23 de julio, y el 1 de agosto ya estaba trabajando en un despacho. Después fundé un estudio junto a unas amigas de la carrera, Cierto Estudio, y ganamos el primer premio del proyecto de pisos de protección oficial de la Plaça de les Glòries. Fue algo espectacular que con menos de 30 años consiguiéramos aquel primer premio”, dice.
Pero una vez más decidió tomar aire antes de tomar su próximo impulso. “Decidí regresar a Mallorca, fue una decisión intensa, como una ruptura. Más allá de la arquitectura sentía la necesidad de hacer proyectos artísticos, trabajar con gente diferente, saltar de un lugar a otro. Necesitaba trabajar con las manos y tener resultados inmediatos. Con las manos me expreso mejor porque me gusta tocar y sentir los materiales”, dice Marta.
La “apertura a un nuevo mundo”, como ella lo define, tuvo lugar cuando la cantante Rosalía, galardonada con varios premios Grammy, la llamó para trabajar en la escenografía de sus conciertos. “Fue un salto a otro nivel, trabajar con dramaturgos, músicos, directores creativos, es espectacular. En aquella experiencia me sentí muy cómoda y fue un punto inicial en mi recorrido más personal”.
Marta investiga, lee y prueba en Palma. “Cuando encuentro algo que me gusta me fijo en un concepto, en una idea, en un volumen, en un material que desconozco. Profundizo sobre las formas y las reacciones, y cuando tengo la oportunidad de llevarlo a la práctica, lo hago”. Como, por ejemplo, el trabajo que realiza junto al soplador de vidrio Ferran Collado. “El vidrio es un material mágico. Puede estar en estado sólido y líquido, reacciona al frío y al calor, se le puede introducir aire, tiene transparencias, es frágil y rígido a la vez”...
Marta expone en galerías de arte de Europa obras como The Plastic Kingdom, una pieza realizada junto a [...]
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