Maca de Castro

“La vida es maravillosa”

En un lugar de Sa Pobla, en pleno corazón agrícola de Mallorca y lejos de los resplandecientes focos que iluminan a su Estrella Michelin y a su recién conquistada Estrella Verde, Maca de Castro (Alcudia, 1981) camina entre hileras de lechugas, patatas y coles de su huerto, en el que la payesa Margalida se encarga de que cada verdura y hortaliza crezca con amor. El mismo amor que acompaña a cada palabra de Maca cuando habla de la vida.

“No nací queriendo ser cocinera, terminé en la cocina de rebote”, empieza confesando Maca de Castro, la chef más joven de España en conseguir una Estrella Michelin. “De pequeña quería ser deportista, jugaba a tenis, hacía windsurf y navegaba a vela. Siempre me han gustado los retos”, apunta.


Sin embargo, la historia de Maca y la cocina estaban predestinadas desde que en 1996 su familia abrió un restaurante en el Puerto de Alcudia. “Yo tenía 17 años y había dejado los estudios, así que mi padre me puso al frente de la sala con seis personas a mi cargo. A menudo regresaba a casa llorando. Sentía que aquel no era mi lugar”.

La frustración todavía duraría dos años más. Hasta que con 19 años su padre le ofreció acompañarlo a un congreso gastronómico en San Sebastián, al norte de España. “Cuando llegué y vi a todos aquellos cocineros jóvenes, hablando de cosas tan interesantes, de su aprendizaje en lugares como Nueva York o Asia, se encendió una luz dentro de mí. Si aquello iba a suponer que pudiera unir dos de mis grandes pasiones, comer y viajar, entonces quizás podía ser una buena opción para mí. Me fui de viaje dos meses por Asia y, a la vuelta, ya había decidido que quería ser cocinera”.


Maca empezó a estudiar cocina, pero no terminó los estudios. “Le dije a mi padre que quería trabajar en verano en el restaurante de la familia, y en invierno ir a aprender en los restaurantes del País Vasco. Estuve once años formándome en cocinas de todo el mundo. Ese fue mi aprendizaje real”.

En 2012, el restaurante Jardín (hoy rebautizado como Maca de Castro) consiguió por primera vez la Estrella Michelin. “Sabíamos que estábamos haciendo las cosas bien. Yo ya preparaba los platos que tenía en mi cabeza, pero no aparecían en carta sin que mi padre y mi hermano dieran su visto bueno. Acababa de cumplir 30 años y me enfoqué al cien por cien en mi vida profesional, anulando la personal”, confiesa.


La inercia del éxito y la pasión por su trabajo llevaron a Maca y a su hermano Daniel a abrir un restaurante en José Ignacio, Uruguay, en el que trabajaron los inviernos durante cinco años. Sin pausa, abrieron otro restaurante en Düsseldorf, Alemania.

Hasta que en 2017, agotada, Maca explotó. “Recuerdo estar cocinando y cómo me caían las lágrimas. No veía nada. Me levantaba por las mañanas y sentía que ya no podía más, quería vivirlo todo pero algo se había roto dentro de mí”. La psicóloga a la que fue a ver fue taxativa: “vete, viaja”, le dijo. Así que hizo las maletas y se fue un mes sola a recorrer Singapur, Hong Kong y Bali.


Aquel viaje supuso un punto de inflexión. Revivió. “Me di cuenta de qué y a quién quería tener a mi lado. Y pude valorar aún más todo lo que me ha aportado mi familia. Regresé con más confianza, creyendo más en mí misma. Y acepté la propuesta de mi familia para ponerle mi nombre al restaurante”.

Maca reconoce que se equivocó “muchas veces. Pero solo después de los fracasos han ido saliendo las cosas adelante. Los éxitos no surgen por arte de magia, son una cuestión de lucha. Detrás de cada premio hay muchos momentos de soledad. Hay pasajes en mi vida en los que estoy segura que la mayoría de gente hubiera [...]


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