Joan Pere Català Roig & Albert Pinya

Contra la tecnobarbarie

Piezas para perdurar en el tiempo, que combinan la ancestralidad, la tradición y el tono telúrico de la cerámica de Joan Pere Català Roig (Mallorca, 1973) y el lenguaje urbano, humano y directo de Albert Pinya (Mallorca, 1985). En el taller de Joan Pere, a las afueras de Pórtol, ambos preparan su primera muestra conjunta en la isla, Cámara de Combustión, “una oposición a la manera que tiene la sociedad de vivir su día a día, donde todo el mundo quiere resultados inmediatos”.

Entre carreteras estrechas pobladas de árboles que dan sombra a un camino apenas transitado, llegamos al taller que construyó con sus propias manos el escultor Joan Pere Català Roig en Pórtol. Atardece y Joan Pere y Albert Pinya se detienen a contemplar la belleza de la naturaleza. En silencio, sin prisas.

Joan Pere y Albert comparten la misma forma de ver y afrontar la vida. Se conocieron hace cuatro años, a través de un amigo común. Y enseguida comprendieron que los dos hablaban el mismo idioma. “Ninguno tiene más importancia que el otro. En nuestro caso uno más uno suma uno. Lo más transgresor es dar y compartir. Es curioso como hoy resulta revolucionario algo que se remonta a la época de las cavernas, cuando las tribus ya cooperaban y se ayudaban entre sí”.


Durante meses han estado trabajando en Cambra de Combustió (Cámara de Combustión), la exposición que se inaugura el 7 de julio en el Museo Es Baluard de Palma. “Antes ya habíamos expuesto en Milán, para nosotros es más fácil que venga una galería de fuera de España que de aquí. En Mallorca el modelo económico está mucho más orientado al turismo que a la cultura. Hasta el punto de que a veces se aprueban leyes para regular un tema turístico que perjudica a los baleares”, afirman.

El primer contacto entre ambos fue sencillo, “quedamos un día, Albert tanteó de qué forma podía pintar mis piezas y sin ningún tipo de prisa o presión quisimos hacer un buen trabajo. La iconografía se ha adaptado a la pieza y la pieza a la iconografía de manera natural”, comenta Català Roig.


Su Cámara de Combustión es “un lugar donde hierven las ideas y la forma en que reivindicamos la manufactura en contraposición con la tecnobarbarie. Con el nombre también nos interesaba dar una categoría más a la cerámica en un contexto de arte contemporáneo”, explica Albert.

“Este trabajo es una oposición a la manera que tiene la sociedad de vivir su día a día, todo el mundo quiere resultados inmediatos y eso a veces juega malas pasadas. El mundo de la cerámica puede ser vergonzoso, hay personas que piensan que tienen un oficio cuando solo han realizado un curso de varios meses. Para tener un oficio hacen falta diez o quince años, caer y levantarse una y otra vez”, dice Joan Pere.

Para el ceramista, la palabra artesano se ha prostituido, “vas a cualquier supermercado y el término artesanal te acompaña desde que entras hasta que sales. Por eso ahora que está tan de moda no me gusta que se me etiquete como artesano, resta valor a lo que yo hago, aunque también pienso que la palabra artista a veces me viene grande. Simplemente hago un trabajo a mano, intentando que cada pieza sea una obra de arte”, dice Joan Pere.


Para Albert Pinya, huir de las etiquetas es obligatorio. “Me he intentado definir como puta de lujo o humanista creativo. Me gusta revindicar la pintura porque es primitiva. Cuanto más refino mi discurso, más cercano estoy al hombre de las cavernas”, afirma.

Albert y Joan Pere han vivido y trabajado juntos durante el tiempo que ha durado la producción. “Es una convivencia porque [...]


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