Juan A. Cànaves
El milagro de las plantas
Juan A. Cànaves (Palma, 1980) dedicó doce años de su vida a trabajar como policía local. Una profesión que no le hacía feliz. Hasta que un día entró en la botica de su maestra en Formentera, y las plantas le cambiaron la vida para siempre.
texto César Mateu Moyà
fotografía Íñigo Vega
“A pesar de que mi familia siempre ha trabajado en el campo en Mallorca, de niño todavía no sentía un interés especial por el tema de las plantas. Al terminar el instituto empecé a trabajar de fontanero, pero lo que yo quería ser era bombero”, comenta Joan A. Cànaves. No logró ser bombero, pero la preparación le sirvió para sacar una plaza como policía local. En realidad Joan no sentía la vocación para este trabajo, “y sin embargo me dediqué a él durante doce años de mi vida. Más tardé supe por qué...”.
A los 27 años, un amigo le invitó a pasar unos días en Formentera y quedó tan prendado de la isla que se quedó a vivir en ella seis años. Para pasar el rato, Joan se apunto a un curso de plantas, “pero cuando entré en la botica de Clara Castelloti, mi maestra, algo explotó dentro de mí, me despertó una inquietud tremenda, muchas ganas de aprender, y eso que nunca había tenido demasiada conexión con las plantas”, asegura.
Por motivos personales, llegó un día en que tuvo que abandonar Formentera y regresar a Mallorca. Mientras que el hastío por su trabajo como policía local crecía, su pasión por las plantas iba en aumento. Al punto de que a principios de 2016 viajó a Perú con el afán de conocer más acerca de la sabiduría de las plantas. En tierras andinas, la señora Carmen le explicó todo lo que hacían y cómo lo hacían.
Al regresar a Mallorca, volvió a toparse con la realidad. “Después de haber conectado con un saber tan ancestral, regresar a mi trabajo, abrir la taquilla, ponerme el uniforme, coger la pistola… Pensaba cada vez más que aquello no era para mí”.
Hasta que un día se armó de valor y dejó de luchar por algo en lo que no creía. “Renuncié a mi plaza sin pensarlo dos veces, fue un sentir profundo. Muchísimas personas me dijeron que era una locura, pero yo tenía claro que debía cerrar esa puerta, porque si la dejaba abierta no me iba a poder entregar a las plantas con la intensidad que deseaba”, dice Joan.
Sus padres lo apoyaron desde el primer instante, “me dijeron que si era eso lo que quería, pues adelante”. Pero una de las frases que más le caló fue la de un amigo suyo que le dijo “mira, Joan, solo cuando te lanzas a volar te crecen las alas”. Y eso es lo que hizo.
Por aquella época conoció a Marión, su pareja y hoy madre de su hijo, y se fueron a vivir juntos a Sant Joan.
Tras varios años de duro trabajo y no pocos sacrificios, hoy Joan puede recoger los frutos de su labor. Con su marca, Najuana, crea aguas y aceites esenciales de plantas silvestres recogidas a mano, de una forma artesanal y con un profundo respeto por la naturaleza de Mallorca. “El nombre de Najuana surge de un juego de palabras entre mi planta favorita, la estepa Joana, el pueblo en el que vivimos, Sant Joan, y mi nombre”.
Al ver el alambique con el que destila las plantas, muchas personas califican a Joan de alquimista, pero él rechaza esa etiqueta. “Me defino como herbolario y destilador. Sé de las plantas con las que trabajo, pero hay muchas que ni conozco. Mi maestra me decía que es mejor saber mucho de pocas plantas que poco de muchas”, cuenta.
A veces, a Joan le cuesta definir cuál es su trabajo. “Extraigo la esencia pura de las plantas. Pero, si profundizo un poco más, siento que mi labor es mostrar el camino hacia el corazón de las plantas, y ayudar a mejorar nuestra comunicación con la naturaleza. Siento que es urgente volver la mirada a la tierra para cuidarla como se merece y recibir sus bendiciones”.
“La forma de aproximarse a las plantas, de tocarlas, de cortarlas... Todo influye en el resultado final. La planta debe sentirse cómoda y protegida. Nos podemos llevar lo que queramos, pero debemos ser sutiles, la planta sufre si no recibe un buen trato. Si yo podara con una motosierra, todo el ruido y la agresividad quedaría impregnada en ella, y eso influiría en la destilación”, explica.
Joan siente que, al estar las ciudades cada vez más superpobladas, “nos estamos [...]
--------
Lee este reportaje completo en la revista IN PALMA 65. Y si lo deseas, suscríbete a la revista IN PALMA durante 1 año y recibe en tu casa las próximas 4 ediciones de la revista.