Jaime Salvá

“Las cosas simples son las más complicadas de conseguir”

Jaime Salvá (Palma, 1979) creció en una familia relacionada con la arquitectura que ha dejado un legado con construcciones como el edificio de Correos, en la calle Constitución, o el Palau March. Hoy es él quien diseña algunas de las casas más bonitas y modernas de la isla.

¿Qué es lo más importante que has aprendido en tus años como arquitecto?

Que cada proyecto es único, y que hay que buscar la esencia de cada uno de ellos para darle una respuesta lógica. Son más importantes el presupuesto, la ubicación y las condiciones del solar que el propio arquitecto.


¿La vocación es fundamental?

La Arquitectura es una carrera muy dura que conlleva mucha responsabilidad y si no te apasiona, no puedes afrontarla. En mi caso se mezcla todo lo que viví de niño y mi afán por resolver los problemas que encuentro en cada proyecto.


¿Cuáles son tus primeros recuerdos en este sentido?

Recuerdo como mi padre proyectaba en su despacho reformas dibujando con su paralex, que es la forma antigua de dibujar líneas rectas sin ayuda de la tecnología, a mano, con concentración y destreza. También me acuerdo de cuando yo dibujaba pabellones de baloncesto.


Tras terminar la carrera, una experiencia en San Francisco te marcó de algún modo.

Sí, donde aprendí más a nivel personal fue en San Francisco, sobre todo en la gestión personal de los equipos de Ted Korth. Me llevaba a reuniones a Silicon Valley, me contaba muchas cosas, se portaba muy bien y pensé que si algún día yo iba a dirigir un equipo me portaría como él lo hacía con nosotros.


¿Qué recuerdo guardas de aquella etapa en Silicon Valley?

Estuve allí entre 2005 y 2006, se respiraba una energía muy positiva, había mucha esencia, en aquella época había un garaje a cada paso donde estudiantes de Stanford se ponían a trabajar como locos para crear algo que pudiera cambiar el mundo.


¿Qué diferencias observas entre la manera de construir en Estados Unidos y en Mallorca?

Allí se construye con estructuras de madera, algo que aquí es casi imposible ver. En Estados Unidos no hay una cultura milenaria como la nuestra, aquí tenemos más sensibilidad por la arquitectura. Si bien allí es más habitual ver construcciones a gran escala que en Mallorca sería difícil llevar a cabo.


Desde los 26 años estás al frente de tu propio estudio.

Sí, en eso me influyó la cultura del emprendedor de California, y también la libertad que había visto en mi padre al dirigir su propio negocio. Me gusta tomar mis propias decisiones y asumir mis responsabilidades sin tener que dar cuentas a nadie.


¿Cómo te defines como arquitecto?

Trato de dar una respuesta geométrica a la demanda de hoy teniendo en cuenta los materiales locales y nuestro clima. La importancia está en la unión del espacio exterior con el interior. Me gustan las cosas simples que normalmente son las más complicadas de conseguir, porque para llegar a una distribución o a una geometría que parezca simple hay mucho trabajo a la hora de simplificar toda la complejidad que plantea cualquier edificio.


¿Lo simple lleva más trabajo que lo ostentoso?

Sí. Llegar a una distribución o a una volumetría que parezca simple y que a la vez cumpla con todos los requisitos del cliente requiere muchísimo trabajo.


¿Cuál es la parte más importante de la vivienda?

Lo esencial es que sea acogedora y en sintonía con quien la habita. Más allá de las modas, una casa tiene que ser atemporal, cálida y adaptada a las necesidades de sus habitantes.


¿La arquitectura puede transformar ciudades?

Sí, Bilbao es un ejemplo de ello. Solo con el Guggenheim ha pasado de ser una ciudad industrial a ser una de las más visitadas de España. Por un solo edificio.


Y Palma, ¿cómo se podría mejorar?

El Paseo Marítimo debe transformarse, la conexión con [...]


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