Jaime Llambias
“Trabajar con las manos es la mejor terapia que existe"
De naturaleza inquieta y espíritu aventurero, Jaime Llambias (Palma, 1988) plasma su mundo interior en piezas únicas fabricadas con telas recicladas que recoge de Mallorca, París y la India. Nos abre las puertas de su singular taller para enseñarnos cómo es su día a día.
texto Carlota Padilla
fotografía Íñigo Vega y Sara de Blas
A pocos metros de una de las vías más concurridas de Palma, la calle de San Miguel, bajando por los escaloncitos de la Costa de Can Muntaner, encontramos a nuestra izquierda el local donde Jaime Llambias da forma día tras día a su sueño. El local, bautizado con el nombre de “Pieza única” por su antiguo dueño, casa a la perfección con la personalidad del diseñador. Las palabras salen de su boca a través de una amplia sonrisa (que no deja traslucir en las fotografías) mientras en sus manos sostiene un trozo de tela con el que juega rítmicamente. “Para mí trabajar con las manos es la mejor terapia que existe”, dice.
En cada pieza que Jaime crea deja una parte de su ser. “Hay un momento en el que estás tan involucrado que cuando das la última puntada, cuando coses la etiqueta, es súper gratificante”, detalla mientras su cuerpo se relaja poco a poco. Sonríe al contar como cada vez que va al taller a ver los prototipos de la siguiente colección se pone muy nervioso, “experimento la emoción de un niño pequeño cuando veo que todo lo que estaba en mi cabeza y no tenía ningún sentido, de repente lo tiene y encaja”.
“En mi trabajo necesito pasar mucho tiempo solo”, confiesa. Algo que cada vez le resulta más complicado porque su marca va creciendo y tiene que dedicarle cada vez más tiempo. “A veces digo ¡fuera todo el mundo! porque lo necesito. Creo que las personas con inquietudes necesitamos pasar tiempo solas para mantenernos creativas”.
Su ritual de trabajo es “pillarme un café en el horno de aquí al lado, inflarme a beber café y a fumar, desconectar el teléfono y ponerme a trabajar”. Tener una rutina es algo que no le gusta demasiado, prefiere que cada día sea diferente, aunque reconoce que es necesaria y que Mallorca le ayuda a mantenerse centrado en este sentido, “encuentro mucha belleza en la decadencia, por ejemplo en algunos lugares de Mallorca durante los meses de invierno”.
Su vida transcurre entre Mallorca, Barcelona y París. Cada uno de estos lugares le aporta algo diferente. La isla le da a su temperamento inquieto un poco de calma. Barcelona es el lugar donde estudió y donde tiene otro taller. Y en cuanto a París le brillan los ojos al hablar de la ciudad: “en mi casa siempre me han dado caña con que París es un sitio en el que hay que estar, y yo me lo he tomado al pie de la letra. Para mí es el summum de todo. Voy mucho al Mercado de Las Pulgas, allí ya tengo mis contactos y los proveedores me guardan telas para hacer piezas únicas y especiales”, dice.
La India es otro país que colma su corazón, “los algodones y las telas que consigues allí no las encuentras en ningún otro sitio, su suavidad es incomparable”. La primera vez que la visitó sufrió [...]
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