Jacobo Biarnés

Líneas que suben y bajan

En el campo de la geometría, la inflexión es el punto a partir del cual una curva o línea cambia su sentido, el momento en el que pasa de ser descendiente a ser ascendente, y viceversa. El fotógrafo Jacobo Biarnés (Palma, 1981) ha experimentado varios de estos puntos de inflexión en su vida, que en el presente le han llevado a volcarse “en lo que siento y lo que soy”.

El primer contacto de Jacobo Biarnés con la fotografía tuvo lugar durante un viaje de estudios a Roma. “Mi padre quería asegurarse de que prestara atención a lo que veíamos, así que me obligó a fotografiar todos los lugares que visitábamos, para mostrárselos a mi regreso. Al revelar aquellas imágenes, fue sorprendente ver lo bien que habían salido para ser la primera vez que cogía una cámara de fotos”


Tras aquel viaje, Biarnés se trasladó a Madrid para estudiar osteopatía. Y aunque entonces todavía no se planteaba la opción de dedicarse profesionalmente a la fotografía, sí pudo empezar a establecer una analogía entre ambas especialidades. “La anatomía está muy ligada a la fotografía, conocer los cuerpos de las personas es muy importante para intuir cómo son, qué les sucede y qué sienten en un momento determinado. Lo considero fundamental para retratar el alma de las personas”.


En Madrid, a pesar de que sus estudios estaban enfocados a la salud, la fotografía fue cobrando cada vez más protagonismo en su vida. “Con el músico Víctor Herrero formamos un buen equipo, él me traía gente y yo la fotografiaba. Entre los años 2000 y 2005 no había tantos fotógrafos, así que éramos bastante demandados”. Así es como fue aprendiendo más y más. “En Madrid conocí también a Pablo Pérez Mínguez, un fotógrafo de la Movida madrileña. De hecho, en su estudio Pedro Almodóvar rodó algunas de sus películas. Iba hasta allí a mostrarle mi trabajo, y él me daba consejos para seguir aprendiendo”.


Otro escenario que le ayudó a prosperar, según sus palabras, fue el mundo de la noche. “El ochenta por ciento de los contactos los hacía allí. Si me reunía con alguien en una oficina, no pasaba nada. Pero de copas, surgían un montón de proyectos”.

Empezó así una época en la que se desdoblaba haciendo fotos tanto a actores como a personas relacionadas con el mundo de la moda. “Acudía a muchas de las fiestas que se celebraban en aquellos entornos, y empecé a cometer excesos”. La situación llegó a tal punto en que un día Jacobo llamó a su familia. “Me di cuenta de que no podía seguir de aquella manera. Así que regresé a Mallorca, por mi salud”.


Cuatro largos años pasaron entre clínicas y programas de rehabilitación. “Cuando logré salir de todo aquello me pregunté a mí mismo: ¿Qué quiero hacer ahora con mi vida? ¿Qué es lo que me produce más felicidad? No dudé en la respuesta: la fotografía”.

Y así fue como Jacobo Biarnés empezó de nuevo. “Al principio solo me llamaban para hacer retratos familiares, comuniones, catálogos… Pero entonces mi objetivo era conseguir dinero para poder vivir de la fotografía. Así que cada vez que alguien me llamaba lo tomaba como una oportunidad única e increíble para seguir adelante”, afirma.


Desde hace un tiempo, Biarnés ha dejado de prestar servicios de fotografía, “ahora solo lo hago para mí, o cuando surge un proyecto que realmente me encanta”. En estos momentos está centrado en la reproducción de obras de arte y revelado. “Hace poco vino a verme el propietario de un Banksy para que realizara una reproducción fotográfica de la obra, fue muy complejo porque también vino una mujer del seguro, y tuvimos que hacerlo todo milimétricamente desde una grúa”.

En cuanto al revelado de fotografías, Jacobo cuenta que [...]


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