Fira del Ram
Cuando éramos niños
Durante estos días en los que la Fira del Ram atrae con sus luces y sonidos a miles de familias mallorquinas, echamos la vista atrás para recordar sus desconocidos orígenes.
fotografía Melchor Guardia / Fotos Antiguas de Mallorca




Corría el siglo XV cuando llegó a Palma, proveniente de Roma, una escultura de la Verónica portadora de la reliquia de la Santa Faz, que se instaló en el Monasterio de Santa Margarita, cerca del actual Museo Militar. La reliquia fue expuesta al público durante tres días: el Domingo de Ramos, el miércoles previo al Jueves Santo y durante la Natividad de Nuestra Señora.
La Verónica llegó a despertar tal devoción entre los mallorquines que se formaron larguísimas colas frente al monasterio. Este hecho fue aprovechado por algunos astutos vendedores, que pronto colocaron sus puestos ambulantes a las puertas del claustro, ofreciendo a los visitantes desde estampitas a frutos secos, siurells o greixoneres.
Año tras año, los puestos fueron creciendo hasta llegar a invadir una parte de la actual calle de San Miguel. Fue precisamente entonces cuando se puso de moda regalar un siurell u otro tipo de entretenimiento a los niños, que a partir de ese momento empezaron a aguardar con especial ilusión la llegada del Ram.
Ya en el siglo XIX, el monasterio fue exclaustrado y las monjas se tuvieron que trasladar al convento de la Concepción, lo que hizo que el Ram se fuera con ellas y se extendiera esta vez desde la calle Concepción hasta la actual fuente de las Tortugas. Años más tarde, debido a las grandes aglomeraciones, el Ayuntamiento de Palma decidió reubicar la Fira del Ram en la Plaza del Hospital. Pero el espacio era insuficiente, así que muchos tenderetes se instalaron en Las Ramblas.
Fue a finales del mismo siglo XIX cuando llegó a Palma el primer tiovivo. Interminables colas de niños se formaban con la ilusión de montar por primera vez en un artilugio mecánico. El éxito de público fue tan [...]
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