Lluc Fluxà / Louise Bourgeois
Femme Maison: Historia de una metamorfosis
Nueva York. Invierno de 1983. Lluc Fluxà camina sola y a buen ritmo por las calles de Manhattan, bien abrigada para protegerse del intenso frío matinal rumbo al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Lo que a esta hora la galerista mallorquina todavía no sospecha (o quizás sí) es que la vida está a punto de cambiarle para siempre.
texto Iván Terrasa
fotografía Íñigo Vega
El responsable de esta metamorfosis será un pequeño grabado de 11,2 centímetros de base por 25,6 centímetros de altura, titulado Femme Maison.
Femme Maison (Mujer Casa) es una de las obras más icónicas que la artista parisina Louise Bourgeois ha presentado en esta exposición, la primera que el templo del arte moderno neoyorquino dedica a una mujer en toda su historia. Con su particular lenguaje visual, Femme Maison reivindica la búsqueda de la identidad femenina más allá de su rol de ama de casa. O de mujer florero.
La conmoción que la obra produce en Lluc es de tal magnitud que el guardia de seguridad afroamericano que la lleva observando hace horas desde una esquina de la sala está tentado de preguntarle a la señora si se encuentra bien o si quiere que la acompañe afuera a que le dé un poco el aire.
“Cuando descubrí Femme Maison me sentí comprendida. Alguien que no me conocía había dibujado mi retrato. Esta representación gráfica de mi estado emocional me transmitió decisión y fuerza para rectificar mi guión vital”, cuenta Lluc 36 años después desde su galería en la calle Can Cavalleria número 4 de Palma.
A partir de aquel día empezó a sumergirse en la obra de Louise Bourgeois. En sus textos y sus obras netamente autobiográficas, basadas en las relaciones amor-odio ligadas a su memoria, motor de su inmensa creatividad. A medida que iba obteniendo información, más acuciante era el deseo de llegar a conocer a la artista en persona.
El azar tejió sus hilos para que tal encuentro se produjera durante la recepción de la exposición de Joan Miró el año 1993, celebrada curiosamente en el propio MoMA. “Me acerqué a ella como una adolescente para conseguir su autógrafo. Hablamos un rato y se produjo una conexión inexplicable entre nosotras. Al final de la conversación me dio sus datos para que le enviara los catálogos que yo editaba en mi galería”, explica Lluc.
Un año después, en 1994, la Galería Lluc Fluxà celebraba una exposición de obra gráfica. La muestra estaba presidida por Femme Maison, que la galerista había adquirido en 1990 en la feria Art Basel.
“Ese mismo año viajé a Nueva York con el propósito de mostrarle a Louise las fotografías de la exposición. Por aquel entonces ella era ya un tótem del arte contemporáneo y era muy raro que su círculo dejara que se reuniera con nadie. Imagino que por mi carácter perseverante, finalmente me concedieron cinco minutos para saludarla y poco más. Pero aquel encuentro de cinco minutos acabó convirtiéndose en una reunión de tres horas. En ella Louise me animó a expresar mis vivencias y a perder mis miedos. A partir de ese momento nació una relación en la que a menudo se fusionaron nuestras memorias”.
El fruto de esta relación fue el nacimiento de un libro bellísimo, editado por la Galería Lelong, con textos de Lluc y grabados originales de Louise Bourgeois.
“Descubrimos muchas experiencias comunes, hasta el punto que me permitió apropiarme de sus dibujos para superponerlos a mis fotografías familiares. Por su parte Louise intervino espontáneamente con textos a pie de imagen, apropiándose a su vez de momentos pertenecientes a mi propia historia”.
“De 1994 a 1999 me desplazaba a Nueva York dos veces al año para trabajar con Louise. Su talento, su agilidad mental, su capacidad de invención me dejaban descolocada, debía hacer un gran esfuerzo de concentración para entender su juego a la vez infantil y extremadamente sabio. Ella se dejaba llevar por la dualidad consciente-subconsciente y me hacía partícipe. Fue [...]
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