Una fachada, mil historias

La Pajarita ya existía hace casi 150 años (C. San Nicolás, 2-4). De hecho, el Archiduque Luis Salvador frecuentaba esta charcutería y bombonería en Palma, que sigue regentando la misma familia desde hace cinco generaciones. Allí se vendió por primera vez café y Möet Chandon.

Antes de que existieran los grandes centros comerciales, los niños soñaban con los escaparates de La Industrial (C. Quint, 8), la juguetería más antigua de la ciudad, todavía felizmente abierta.

Mimbrería Vidal (C. dels Hostals, 4) es emblemática, de 1955, en el barrio de Sa Gerreria, donde mallorquines y turistas siguen encontrando allí su cesta favorita para el verano, o el Colmado la Montaña (C. Jaime II, 27), para comprar ricas sobrasadas. Otra de las supervivientes es la ferretería La Central (C. Sant Magí, 37), desde 1908, y ubicada en un precioso edificio modernista del barrio de Santa Catalina. Este estilo está también muy presente en la entrada del Forn Fondo (C. Unión, 15), de la familia Llull, una de las pastelerías más tradicionales. Por su parte, Relojería Alemana cuenta también con una fachada centenaria. Fue en calle Colón, 14, donde Guillermo Krug abrió este establecimiento antes de que pasara a la familia Fuster. En la calle Jaime II aun sobrevive una tienda especializada en paraguas, bastones, sombrillas y abanicos, y el relojero Simoncelli tiene su pequeño establecimiento en calle San Miguel, en una curiosa y estrecha fachada en la que solo cabe una ventana por planta. La cafetería Las Columnas (C. Santo Domingo, 8) continúa el negocio familiar, aunque en el año de su creación [...]

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