Bamba Project

Un lugar en el mundo

Un viaje a Kenia. Una casualidad. Una experiencia. Así fue como Rocío Cabeza (Mallorca, 1982) encontró su lugar en el mundo. Ayudar a través de su ONG, Bamba Project, le ha dado sentido a su vida.

Fotografía: Núria Fabrés.
Fotografía: María Casanova.
Rocío Cabeza. Fotografía: Íñigo Vega.
Fotografía: Patricia Aleix.

“Siempre pensamos qué podemos sacar del mundo, pero lo que podemos dar tiene mucho más valor. Porque cuando maduras, aprendes y te das cuenta de que lo más importante es lo que tú das a los demás, y cómo puedes cambiar las cosas con ideas y valor”. Rocío estudió Psicología en Barcelona y Cine en Estados Unidos. Después de aquel año en San Francisco “necesitaba ese viaje de contraste”. Y se fue a Kenia, en el año 2010.



En Kenia encontró a una pareja de locales que gestionaban un orfanato en una pequeña comunidad del Valle del Rift, en Kabarnet, al noroeste del país. Convivió con ellos durante un mes. “En esos 30 días viví cosas tan rompedoras que mucha gente no las vive ni en 10 años”, afirma.


En esa primera estancia en el Valle del Rift preguntó a los niños del orfanato sobre conceptos abstractos, como la justicia o la libertad, para saber qué valores tenían. La respuesta de uno de aquellos niños le cambió la vida para siempre. “Tenía nueve años y no quería ser Messi, solo quería estudiar y tener una educación porque sabía que todo lo demás vendría solo. Para poder estudiar toda la noche sin dormirse, cogía un cubo, lo llenaba de agua helada y ponía las piernas dentro. Me impresionó tanto que en tres semanas con familiares y amigos apadrinamos a todos los niños del orfanato. Y luego seguimos con los de la comunidad, y luego con los de la casa de al lado”.


Así empieza Bamba Project. La ONG con la que Rocío ha encontrado su lugar en el mundo.



En Bamba Project apadrinan a niños, han creado un proyecto de mujeres para que trabajen “porque somos conscientes de que así las ayudamos mejor, de que no hay que regalar nada a nadie”. Han construido un aula, un orfanato, enseñan a las personas y están creando un centro deportivo. “Está claro que necesitamos dinero. Pero me gusta que la gente venga aquí con las experiencias que ofrecemos para que el viajero combine lo solidario y lo creativo. Queremos devolver el sentido a sus vidas”. En la Cerería Candela de Palma (C. Fábrica, 73) se pueden comprar productos de Bamba.


A Rocío nunca se le había pasado por la cabeza crear una ONG, “pero ves que puedes ir mejorando la vida de los demás, que eres útil, que eres un privilegiado y que no te cuesta nada ayudar. Parece que si no tienes mucho dinero o un patrocinador no puedes conseguir nada, pero hay que ser valientes y dar el paso. Si le pones pasión, constancia y tu fin es bueno, todo va saliendo adelante”, explica.


“Ver a un niño que a los ocho años había perdido a sus padres y verlo ahora en la universidad y que te diga ‘estudio porque quiero devolver esa oportunidad y transmitírsela a los demás’, es enriquecedor. La gente que más ha sufrido es la que más se implica por los demás, porque revierte ese sentido negativo a su vida y desea transformarlo en algo positivo”.


Cada vez que Rocío escucha a alguien decir “pobrecitos los de Kenia, que tienen que vivir en esas condiciones”, ella responde “pobrecito tú, que estás encerrado en tu día a día y tienes miedo a dar un paso adelante. Allí te dan mil lecciones con todo, disfrutan del presente, de ayudar a los demás, de vivir en comunidad, de no quejarse por cualquier cosa”.



“En occidente tenemos mucho miedo a [...]


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Fotografía: Núria Fabrés.
Fotografía: María Casanova.
Rocío Cabeza. Fotografía: Íñigo Vega.
Fotografía: Patricia Aleix.
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