Martí Mascaró
“No necesito ir a Japón para ser feliz”
Hace treinta años Martí Mascaró (Ariany, 1971) trabajaba para un jefe que tenía abejas. Escuchar a aquel hombre hablar de sus abejas le producía cada vez más curiosidad. Hasta que un día le acompañó a verlas. Y al instante sintió que él también quería tener abejas. “Sentí un amor instantáneo por ellas. Enseguida me di cuenta que las abejas tenían que formar parte de mi vida”.
texto C.M.M.
fotografía Íñigo Vega, Tarek Serraj
Durante años, Martí combinó su trabajo en el sector turístico con su nueva pasión por las abejas. “Cada vez que entraba en contacto con ellas era como entrar en una clase de yoga: me concentraba en el aquí y el ahora y aquello me hacía sentir bien”.
Nunca pensó seriamente en ser apicultor profesional. “Hasta que me di cuenta que aquello era lo que realmente quería hacer y, como no tenía hijos ni otros compromisos, me dije que si no salía bien siempre podría volver a lo de antes”.
Pero salió bien. Y ahora Martí siente que lleva una vida plena. Que él también es parte del engranaje de la naturaleza. “Las abejas me dan paz y amor”.
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