CATA COLL
“Luchamos por unos valores que no nos hagan sentir inferiores”
La portera de la Unión Deportiva Collerense, campeona del mundo con la Selección española sub-17, sueña con llegar a vivir algún día de su pasión, el fútbol.
fotografía Íñigo Vega
Los momentos felices de la portera mallorquina Cata Coll (Pòrtol, Mallorca, 2001) se han multiplicado en los últimos tres años con el crecimiento de una carrera futbolística meteórica y sin techo a la vista. Entre su debut a los 15 años con el primer equipo de la U. D. Collerense y la reciente convocatoria a la Selección femenina absoluta de España dirigida por Jorge Vilda, su biografía deportiva es un compendio de emociones profundas. Un sacrificio personal que disfruta con humildad pero con la certeza de saber que, paso a paso, se está haciendo un hueco en la historia del fútbol nacional, con la misma seguridad que transmite a sus compañeras bajo los tres palos de la portería, frente a un penalti decisivo o un tiro libre imposible (no para ella) de desviar. Basta con teclear su nombre en Youtube y sentarse a disfrutar con cada uno de sus videos: Cata, con la chaqueta del Collerense, habla de la rivalidad con el Son Sardina en el campeonato local; Cata, en el mundial sub-20, atajando un penalti a la francesa Katoto en las semifinales; Cata, lanzada, cantando en el autocar del equipo juvenil que más se asemeja a un viaje de fin de curso; Cata, en Uruguay, fundiéndose en un abrazo interminable con sus compañeras un segundo después de consagrarse como campeonas del mundo sub-17; Cata, emocionada y feliz, comiéndose con sus bellos ojos la cámara de televisión gritando “¡Vaaaamooossss… Somos campeonas del mundooooo… Ostiaaaaaaaa!”...
Cata llega a la entrevista en autobús desde Pórtol, donde vive con sus padres en un piso situado sobre el negocio familiar de montajes de mesas y cocinas para restaurantes, hoteles y bares que atienden su madre, sus tíos, primos y abuelos. “A mi familia le encanta el fútbol. Mi madre ya jugaba en el colegio, y también mi padre. Yo todavía soy amateur, pero algún día me encantaría llegar a vivir de esto, jugar con la selección absoluta, conseguir más títulos, ligas, alcanzar mis sueños... Todavía no estoy preparada para jugar en un equipo grande. Me falta experiencia. Pero si tengo una buena oferta, me encantaría irme a jugar a un equipo de primera división en España o en el extranjero”. ADN Colle. El esfuerzo no se negocia, se lee en un póster con el equipo al completo, colgado en una pared del vestuario. “Al fútbol empecé a jugar a los 6 años en el patio del colegio. Sebas, mi mejor amigo, siempre jugaba con la pelota. Y un día yo le dije: “quiero jugar contigo”. Es verdad que algunos niños mayores me llamaban marimacho, y a veces no me dejaban jugar con ellos. Pero Sebas siempre me elegía para su equipo y al final ganábamos. Todos se sorprendían y se callaban la boca, porque se daban cuenta de que yo podía hacer lo mismo que ellos. O mejor”. Hoy esa discriminación Cata ya no la vive. Salvo por la actitud de algunos árbitros. “Me da mucha rabia ver a algunos árbitros caminar en vez de correr, diciendo que para qué voy a correr, si son chicas. Si se tratara de un equipo de hombres, seguro que se comportarían de manera diferente”. “Las futbolistas sabemos que a día de hoy no podemos cobrar como los chicos, ganar el dinero que gana Messi. Eso es imposible. Pero sí luchamos por tener un sueldo normal, por unos valores que no nos hagan sentir inferiores. Me atrevería a decir que no hay una jugadora en toda la primera división que no estudie. Nosotras sabemos que el fútbol un día se acabará, y que no podremos vivir de lo que hemos ganado jugando”.
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