La vida y la nada

Pazzis Sureda fue una mujer que ante todo quiso ser libre, que rompió los estereotipos de la época, que creció rodeada de intelectuales de la talla de Rubén Darío, Sorolla, Borges o Unamuno en el palacio del Rey Sancho de Valldemossa, que logró ser una escultora autodidacta, que puso siempre la pasión y el amor por delante de cualquier otro sentimiento, que le arrebataron a su hija recién nacida para ocultar un terrible secreto de familia, que decidió quitarse una vida que ya no podía soportar más una tarde de primavera. A medida que iba conociendo la historia de Pazzis, había algo que me atraía cada vez más de su figura, una fascinación probablemente similar a la que sintieron todos los hombres y mujeres que la rodearon a lo largo de su vida, sin excepción, y que en ningún caso supieron o pudieron estar a su altura.

Si Pazzis Sureda hubiera nacido en otra época y en otro lugar lejos de la timorata sociedad mallorquina de hace un siglo, sin duda [...]

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