Oriol Angrill

Intuición y belleza

Oriol Angrill es uno de los artistas más excelsos del panorama actual. Aunque de niño le hubiera gustado ser Spiderman.

¿Hay algún pasaje de tu infancia que te hiciera decantar por el mundo de arte?

Sí, está relacionado con la muerte de mi abuelo, al que recuerdo con muchísimo amor y ternura. Yo recién había empezado a tomar clases de pintura, y pocos días antes le regalé el primer óleo que había pintado. Lo dejaron en el salón, apoyado sobre una pared. Ahí estuvo el cuadro mientras pasaban los últimos días de mi abuelo, hasta el día en que falleció. Cuenta mi padre, un empírico de pura cepa, que justo antes de que mi madre apareciera para dar la mala noticia, el cuadro cayó contra el suelo, quedando cara arriba. Esa casualidad y la idea de que no lo fuera del todo, me dieron un empujón en mi deseo de ser artista. Siempre he creído en estas cosas y generado mis propias convicciones.


¿Dónde se inicia tu amor por el arte, por la creatividad?

Me gusta que se separen los dos conceptos en la pregunta. Mi pasión no está en el arte realmente, y mucho menos en el mercado que se genera a partir de él. De hecho, todo eso me genera rechazo pues lo considero opuesto a la inspiración. Es cierto que lo que muestro es arte, o así lo llamamos hasta que sepamos como distinguirlo mejor. Pero el arte es básicamente un resultado de la creatividad. Ahí es donde empieza todo. Creo que no hubo un punto de inicio concreto que pueda recordar. La creatividad surge por una necesidad, para llenar un vacío intelectual, aburrimiento quizá, quién sabe, con imaginación y fantasía podemos crear cualquier cosa, enlazar ideas contradictorias con infinidad de variables. Siempre me ha gustado plantearme las cosas, buscar otras alternativas a lo que la gente está acostumbrada. Hacer lo que no se debería hacer y probar por mi cuenta. No soy una persona que se amolde fácilmente, me gusta seguir mi intuición hasta conseguir resultados que merecen ser compartidos.


¿La isla supone un lugar de inspiración para ti, o habrías hecho lo mismo en cualquier otra parte del mundo?

No creo que Mallorca tenga ninguna influencia directa sobre mi trabajo, sino más bien sobre mi actitud. La isla es hermosa si la visitas, pero si vives en ella, además de hermosa, es tu casa, te atrapa en todos los sentidos, en los buenos y en los malos. Creo que hay que aprender a vivir en Mallorca, es muy fácil acomodarse en el ‘ya iré mañana', o en el 'nos decimos cosas’, por culpa y gracia de una permanente disponibilidad de todo y de todos a cualquier hora. Sabes que lo tienes y no lo aprecias hasta que vuelves de algún viaje. Por eso intento salir de vez en cuando, para refrescarme.


En tus obras suelen aparecer mujeres, ¿por alguna razón en especial?

Tiene un propósito doble. Creo que el rostro y la expresión corporal son un lenguaje directo y claro, que transmite un estado de ánimo, al igual que lo es una montaña o una puesta de sol. Para mí es una forma de conectar con las emociones, mientras que las palabras a veces nos pueden confundir.

Y por otro lado, está el tema puramente académico y estético para la composición visual. No tiene ninguna connotación de género y mucho menos sexual. Ambos propósitos deben encajar a la perfección. Mi intención es transmitir paz y majestuosidad con la obra.


¿Qué método sigues a la hora de crear?

Varía mucho. Suelo escribir notas con el móvil o a mano, según donde esté, para que no se me olviden. Pero muchas veces no las vuelvo a revisar porque ya estoy con otra cosa y siguen acumulándose. Para que considere una obra acabada suelo tardar mucho, la idea tiene que madurar lentamente en mi cabeza. Al cabo de un tiempo de reposo, si sigue siendo buena, hago unos esbozos y busco imágenes de referencia. Si no encuentro esas imágenes, monto una sesión de fotos para conseguir lo que estoy buscando. El proceso siguiente es el más satisfactorio, cuando todo pasa al papel, convirtiéndose en algo real.


¿Cuál es la parte que más te gusta, y la que menos te gusta, del mundo del arte?

El mundo del arte está lleno de farsantes y chupasangres que se aprovechan de la burbuja económica que se ha gestado gracias a las dudas y a los precios absurdos que se llegan a pagar. Para mí tan solo es un circo de idiotas. Cuando las obras maestras se acabaron, hubo que alimentar la rueda con otro tipo de arte. Y qué mejor que un urinario o chorradas que no dependan de la mano de un artista, sino de una fábrica. Lamentablemente, este mercado se ha apoderado de la palabra clave, arte, degenerándola hasta provocar vergüenza. Pero no todo son lágrimas, hay una infinidad de artistas, y sobretodo muchísimos inversores, grandes marcas, empresas y coleccionistas de todo tipo, que no necesitan [...]


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