Elogio de la sombra
En 1933 el escritor japonés Junichiro Tanizaki dejó para la historia una de las obras más sensibles y refinadas sobre el arte de la vida oriental, El elogio de la sombra, clave para entender cómo la belleza no puede existir si se suprime el enigmático juego de los claroscuros. Una idea que el estudio de diseño e iluminación Lluminic traslada a la Mallorca del siglo XXI, tan llena de luz y a veces de vanos brillos necesitados del contrapeso de la sabiduría de las sombras.
texto I.T.
fotografía Íñigo Vega
Así como en Occidente el gran aliado de la belleza ha sido siempre la luz, en la cultura oriental, y más específicamente en la japonesa, la clave de lo sublime ha reposado siempre en captar el enigma de la sombra. Una filosofía que, más allá del juego de lo verdaderamente hermoso, nos previene contra todo lo que amenaza cegarnos con su brillo. “No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce —escribe Tanizaki—, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido”.
A diferencia de la claridad a la que nos tiene acostumbrado el sol en la cultura mediterránea, “así fue como nuestros antepasados, obligados a residir, lo quisieran o no, en viviendas oscuras, descubrieron un día lo bello en el seno de la sombra y no tardaron en utilizar la sombra para obtener efectos estéticos”, explica el escritor japonés. “La belleza de una habitación japonesa, producida únicamente por un juego sobre el grado de opacidad de la sombra, no necesita ningún accesorio. Al occidental que lo ve le sorprende esa desnudez, y cree estar tan solo ante unos muros grises y desprovistos de cualquier ornato [...] lo que demuestra que no han captado en absoluto el enigma de la sombra”.
Podría ser esa “luz indirecta y difusa que es el elemento esencial de la belleza de nuestras residencias” el origen de Llumínic, el proyecto de diseño e iluminación que, dentro de Socías y Rosselló, pretende ser un espacio para experimentar con las luces y las sombras, y en el que se abordan de manera creativa los diferentes proyectos arquitectónicos y de interiorismo, aportando sensaciones y creando espacios a partir del sutil juego en el que bailan en silencio la sombra y la luz.
“El objetivo es crear emociones a través de la iluminación, sentir más que ver”, afirma el director creativo de Lluminic, el lighting designer Pep Roig, quien junto a Severine Bonnet dirige un equipo de diseñadores de iluminación, interioristas y arquitectos. El impactante espacio de la sede de Lluminic recrea rincones del hogar, salones, bibliotecas, cuartos de baño, salas de trabajo, espacios comunes, pasillos y recibidores, para que los arquitectos, interioristas, decoradores y clientes puedan experimentar el efecto de luces y sombras como si estuvieran en su propia casa.
“Añadir a la sombra una dimensión en el sentido de la profundidad”, define Tanizaki a este gusto por lo estético que hoy, valiéndose del dominio técnico y las nuevas tecnologías, aunque sin renunciar a la mística, representa el espíritu de Lluminic. Y aunque para el autor japonés “esa penumbra vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás”, aquí los bellos muebles —sofás, mesas, butacas, lámparas, estanterías— completan el conjunto donde la experiencia de trabajar, crear, comer, dormir o, sencillamente, vivir, se eleva a una nueva dimensión.